Mi acompañante.
He tenido un
acompañante. La empresa para la que trabajo tuvo a bien invertir cuartos en una
persona que me hablara durante 6 reuniones para ayudarme a ver el mundo con
unos ojos distintos. Y vaya si lo ha conseguido.
Este hombre,
de una inteligencia descomunal, ha cambiado mi vida. A través de conversaciones
que jamás olvidaré, me ha enseñado infinidad de puntos de vista que yo ni me
había planteado. Ha conseguido abrir tanto mis miras, que ahora gozo de experiencias
que hace unos meses me hubieran resultado total y absolutamente traumáticas. Me
ha acompañado en un camino lleno de piedras, que él me ha ido enseñando, indicándome
cómo distinguirlas del pavimento, cómo identificarlas, para bien quitarlas de
una patada, cogerlas con la mano, o sencillamente esquivarlas dando un paso al
lado. Es una persona sin la cual, mi momento vital actual sería radicalmente
distinto, diametralmente más doloroso e insatisfactorio.
Ahora los
cuartos se han acabado, y mis largas conversaciones con mi acompañante también.
En un buen momento. He aprendido mucho, y aunque me queda mucho por aprender es
momento de que comience a andar sin tenerlo tan al lado. Su inmensa humanidad
me ha ofrecido recurrir a él cuando lo crea necesario, sé que siempre
responderá. Y sé que siempre me sorprenderá con sus análisis. Y también sé que
poco a poco me iré sorprendiendo yo a mí misma.
Acompañante,
te dedico estas líneas como muestra de mi inefable agradecimiento. Y para dar
una especie de cierre a nuestra relación
acompañante-acompañada, y así dejar de darte tanto la lata con mis movidas. Un abrazo.
Etiquetas: vivencias