jueves, 29 de mayo de 2014

Mayo 2014

Que Mayo me brinde con dos días tan maravillosos como los de ayer y hoy, es un regalo por el que no puedo más que estar agradecida, infinitamente. Una noche de lluvia tranquilizadora, revitalizante y relajante como la de ayer, y un atardecer rosado, violáceo, con nubes y claros, resaltando el color de la montaña en sus diferentes fases como el que estoy disfrutando ahora, conforman los dos lados de este mes, visual y fiel representación de lo que la vida misma significa. Agua y luz. Oscuridad y claros. Nubes que descargan y que aguantan. El color de mi nombre que cambia a medida que el sol la va produciendo, fruto de su  interacción con el entorno. Es algo tan precioso que mentira se me figura poder contemplarlo gratis.
Los atardeceres ocurren cada día para que los disfrutemos. Están ahí sólo para eso. Para que la humanidad los contemple y los utilice de inspiración, relax, desahogo o frustración. Lo que a cada ser humano le venga en gana. Y gratis.
No entiendo como hay personas que no valoran estos dones. Supongo que no han tenido oportunidad o voluntad de apreciarlos. Una pena. Y una fortuna para aquellos seres que los aprovechan. Tan simple y completo como eso.

Buenas tardes – noches.

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