domingo, 20 de octubre de 2019

La furgo


-      ¿Vendes la furgo? ¿Por cuánto? Está muy chula
-      Bueno, como mínimo me gustaría 18.000, pero el precio es negociable. ¿Estás interesada?
-      Ay … sé que no debería ni mirarla, porque luego me pongo a hacer cuentas de cuánto creo que la voy a usar y cuánto me cuesta … y no tengo del todo claro que me compense. Pero si la veo … me voy a encaprichar.
-      De eso se trata. Al final seguro que la usas. ¿Por qué no vienes un finde y la pruebas?
-      Puff … ya me estás poniendo la miel en los labios …
-      Jejeje  … va, vamos un finde, te enseño los trucos para conducirla fácil.
(ella mira con incredulidad, ¿Qué está queriendo decir exactamente?)
-      (él ríe) ¿Por qué pones esa cara? No sería la primera vez que invito a alguien a pasar un par de días fuera en la furgo. Conozco sitios muy guapos a los que ir.
-      Ah, que te refieres a ir los dos juntos un finde, fuera, en la furgo.
-      Sí (él la mira fijamente a los ojos).
-      Ah (ella siente una mezcla de pudor, nerviosismo y reparo hacia la oferta).
-      ¿Qué pasa? – pregunta él, inseguro.
-      Ostia. Es que verás, ¿cómo es que me invitas? Es decir, lo normal sería que una tarde probara un rato la furgo y ya está. Me parece muy de agradecer, pero, ¿a qué viene invitarme a todo un finde?
-      Bueno Mayte es que me apetecería conocerte un poco más y cuando me has dicho que estarías interesada en la furgo, me lo has puesto a webo.
Ella se echa la mano a la frente y amaga la cabeza. Él mira callado. Aprieta un poco los labios. Tras unos segundos de silencio ella lo mira tapándose la boca. Respira profundo.
-      Es que … - dice ella rascándose la ceja – a ver, cómo te lo digo. ¿Vamos fuera un momento? Que me de el aire un poco y no haya mucha gente.
-      Vale
-      David tío, - seguía con la mano tapándole parte de la cara. Ahora se tocaba la nariz arriba y abajo con los dedos – mira, siendo ultra-honesta, me encantaría a mí también conocerte más, de hecho no me esperaba que me dijeras eso. Pero …
-      ¿Qué? Si tú también quieres pasar un finde conmigo, ¿Qué problema hay?
-      Pues … es que creo que nos podría perjudicar … trabajamos en el mismo sitio, pasamos mucho tiempo en la misma oficina … y mezclar el deber con el placer nunca me ha salido bien.
-      Mayte, a mí también me da miedo. ¿Crees que ha sido fácil para mí proponértelo, teniendo en cuenta lo cotillas que son todos en la oficina? Pero creo que compensa. La vida es demasiado corta como para dejar de hacer lo que te pide el corazón sólo porque tienes un poco de miedo, o porque antes de empezar ya ves alguna piedra en el camino.
-      Joder David, qué profundo … veo que llevas un tiempo dándole vueltas al tema. Y ahora qué hago yo …
-      Pues venirte el finde, sin ninguna pretensión, ni prejuicio, ni compromiso. A los dos nos gusta la naturaleza, ¿no? Pues vamos por ahí, nos damos una caminata, charlamos, … y que pase lo que tenga que pasar. Lo que sea estará bien. ¿Nos vamos?
-      A esa oferta no hay razón alguna para decir que no. Nos vamos.

Feliz Domingo

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