lunes, 21 de marzo de 2016

Cómo te lo digo …

Cocinas mal. No sólo creo que sea que a mí personalmente no me guste tu comida. Es que no cocinas bien.
Los buñuelos han de ser crujientes, de forma que cuando se muerden, los dientes rompan su superficie y sientan después el tierno interior. Los buñuelos que tú haces, son blandengues por fuera, nunca los sirves calientes ni les echas azúcar por encima, saben como a “hechos de ayer” y su textura interior podría servir como definición para un nuevo sustantivo castellano: chiclosez.
La calidad es importante. No es lo mismo servir jamón de jabugo al corte, que los tacos “desperdicio” que mercadona pone en envases de plástico. Y sí, se nota al paladar, no basta con servirlo en un plato bonito. Lo mismo la cerveza. Deberías saber que soy capaz de distinguir una alhambra de cualquier otra marca a varios metros de distancia. Y no, esta carencia no se suple con buena compañía.

Sé que no lo haces a propósito … pero me alucina (vecina) que ni siquiera te plantees si lo que cocinas gusta a los comensales o no. Parece que no hayas conversado de cocina nunca con nadie … o que no hayas visto ningún programa de cocina en televisión (con lo que proliferan). Sencillamente das por hecho que todo está bien, todo bien. Lastimica le tengo a quien tenga que comer tu comida diariamente … desde luego no voy a ser yo, ni quien la coma, ni quien te diga la cruda realidad.

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domingo, 13 de marzo de 2016

Miss Caffeina. Salamandra Sala 2.

Todo el que me conoce sabe que en las raíces de mis gustos musicales coexisten Led Zeppelin, Pearl Jam, Nirvana y Soundgarden, entre otros. Sin embargo, tengo también una vertiente poperilla muy potente, y que fácilmente puedo alimentar con el panorama musical español actual.
Es esta vertiente la que ayer me arrastró al primer concierto de la gira Detroit de Miss Caffeina. De los teloneros Betty Belle sólo diré que evidentemente no vivieron los ochenta ni vieron en directo a Eva Nasarre. Una voz muy bonita la de la chica.
[groupie on] Me las apañé para colocarme a pie de escenario, y después de pagar el precio de ver en primera fila a los brevemente citados teloneros, pude disfrutar de una primera plana constante de casi todos los componentes del grupo (al guitarrista Antonio lo tapaba el bajista). [groupie off]. Y me lo pasé pipa. El sonido … a ratos era de malo a muy malo, y en media regular, eso sí, escuché el bajo como nunca, y ahora puedo apreciarlo mucho más en las canciones.
Poder ser parte de vivencias como la de anoche son la diferencia entre que la vida merezca la pena y que sea un mero trámite. Y aunque en teoría la música de Miss Caffeina no debería estar entre mis predilecciones, la verdad es que no he parado de escuchar el disco en loop (intercalando los dos anteriores) desde que me enteré que venían a tocar. Será por sus letras, será por el sonido variopinto, será por el descaro, y puede que también por libertad que transmiten. Detroit es un disco escrito desde la reconstrucción después de la devastación, un momento vital que coincide mucho con el mío actual. Una obra hecha por definición sin límites, donde el Alberto el cantante sale al escenario con unos brillantes zapaos negros de charol, unos calcetines rosa fucsia, unos pantalones de pinzas grises impecablemente planchazos, con el bajo cuidadosamente doblado, un sencillo jersey negro y el pelo teñido de rubio cuasi platino. Pose que contrasta con la de Álvaro, el guitarrista fan de Buenas Noches Rose que orgulloso toca El rescate, con un estribillo reggetoniano de lo más sugerente. Esta mezcla de individualidades llevada con esta naturalidad es una de las características que adoro de este grupo. No hay que dar explicaciones de nada, son como son, hacen lo que hacen y así lo comparten con el mundo.
Tocaron todas las canciones de Detroit, y algunas anteriores, de entre las que destaco Hielo T y Gigantes. Cerraron el concierto, como no podía ser de otra forma, con Mira como vuelo, cuyo video y letra compartí en este mismo sitio hace unos días. Después de vivirla en directo me la creo un poquito más.

Feliz domingo.

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sábado, 5 de marzo de 2016

Mira como vuelo

Cuando llevas toda la semana escuchando el mismo disco ... y repites la misma canción varias veces ... con la esperanza de acabar creyéndotela ... Mira como floto mira como vuelo ....

Para los cuerpos
Que ven desvanecerse el tiempo escapándose,
Resbalando entre los dedos.
Para las almas
Que ahora viajan más ligero,
Que han soltado lastre y que saben también…
Que hay una voz,
Hay una voz dentro y dice que no,
Dice que “lo siento”.
Dice que no se rinde,
Que hagan sus apuestas,
Que sigue el juego…
Dice que me niego a venderte mi ilusión,
Que no le tengo miedo al miedo.
Sin ese peso ya no hay gravedad,
Sin gravedad ya no hay anzuelo.
Y mira cómo floto, mira cómo vuelo,
Mira cómo floto y mira cómo vuelo,
Mira cómo avanzo, valiente, dejándolo todo atrás.
Y parece que la vida quiera hacer
Del paso del tiempo una guillotina,
Una trituradora de sueños.
Y de cada año una declaración
De rendición sin condiciones,
Bandera blanca a su ejército de zombis.
Pero hay una voz
Que dice que me niego a venderte mi ilusión,
Que no le tengo miedo al miedo.
Sin ese peso ya no hay gravedad,
Sin gravedad ya no hay anzuelo.
Y mira cómo floto, mira cómo vuelo,
Mira cómo floto y mira cómo vuelo,
Mira cómo avanzo, valiente, dejándolo todo atrás.

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jueves, 3 de marzo de 2016

Me da miedo el mar

Me da miedo el mar. Dicen que la masa de agua representa los sentimientos. Un ente libre, que se balancea según el viento y las corrientes internas. Que se rompe cuando choca con sus fronteras.
¿Has estado alguna vez sentado un poco más atrás de la orilla, donde en un ángulo de 180º delante de ti todo es agua? Veo cómo partes del líquido se unen para formar las olas, que se mueven como si fuesen brazos del mar. Así, a lo lejos, se va juntando agua que sobresale un poco del resto, se une tomando fuerza, hasta que alcanza su altura máxima, y se desplaza, cada ola a su velocidad, poco a poco. Hoy he estado cerca de un espigón donde las olas se rompían en uno de sus laterales al rozar con él, y así iban perdiendo fuerza hasta que al llegar a la orilla sólo quedaba un viejo recuerdo de ellas. Y sólo unos metros a un lado, las olas se estrellaban con las piedras artificiales que han puesto para parar la fuerza que vienen arrastrando desde que se engendraron mar adentro.

Esta forma que tienen las olas de crearse, desplazarse y romper, me recuerda mucho a la forma que los sentimientos y emociones más puras tienen de crearse, desarrollarse y explotar en mi cuerpo. Todo comienza con una ondulación que se origina en un lugar muy profundo. Noto que algo sobresale de su posición habitual. Después, esta ondulación va aumentando de intensidad y se va desplazando desde el origen hacia las extremidades, hasta que llega a la garganta, los ojos, las manos o las piernas. Y explota. Y suelta espuma. A veces, cuando dejo que la ola me inunde y me lleve su corriente, estas emociones y sentimientos volvieran de nuevo a la masa que las originó con el mismo sigilo que el agua vuelve al mar después de tocar la orilla.

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