Sí, he cambiado una cantidad de dinero (nada despreciable por cierto) por calzado, tan necesario en nuestra vida diaria.
Al principio me hacían un poco de daño, en el dedillo chico, incluso me provocaron una ampolla, pero no fue nada que un par de tiritas, algo de crema y un poco de reposo no pudiesen curar. Tuve que combinar el abandono de lo que me hacía daño (los zapatos) con el 'aguantar' el dolor que ocasionaban, siempre con la protección de una buena tirita. Así conseguí superar este primer bache.
Dos días más tarde, se me rompió el zapato izquierdo. ¡No hacía ni una semana que los tenía y ya se habían roto! Evidentemente cogí el ticket de compra y fui a la tienda, a que me dieran un par nuevo. Un ratazo esperando para tener que ir a otra tienda, porque allí no les quedaban de mi número. En cualquier caso el paseo dio sus frutos: conseguí un par nuevo y además vi un vestido muy mono y rebajadísimo que me compré al día siguiente.
De todo esto me quedo con que me he comprado los zapatos que más me gustaban y que llevaba tiempo deseando, de hecho, hace años que este tipo de zapato tiene el título de mi 'ideal' de calzado para el verano. Finalmente, el 'ideal' se ha convertido en 'realidad'; lástima que no todo en la vida sean zapatos ...
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