El Taxista.
-
Hola,
¿qué tal el vuelo? – dijo el taxista mientras cogía la maleta.
- Oh,
gracias … bien, un pelín retrasado.
Desde que Gabi había decidido
montarse el negocio por su cuenta tenía más relaciones profesionales que
personales. De hecho quien la esperaba en el aeropuerto, la llamaba para ver si
había llegado ya y la dejaba en la puerta de su casa sana y salva era el
taxista al que Gabi contrataba para sus viajes. Jorge, nombre al que respondía
dicho conductor, permanecía callado durante todo el trayecto, no ponía la
radio, apenas si preguntaba cortésmente sobre el destino en cada ocasión y
siempre encontraba la temperatura adecuada dentro del vehículo. Se disculpaba
si el tráfico les retrasaba, hecho del que estaba lejos de ser responsable;
permanecía en la sombra delante del volante, casi ausente … su presencia apenas
era perceptible. Cumplía con su deber de forma exquisita, correcta, tanto que
era imposible no adorarle, al menos profesionalmente.
Jorge el taxista era la prueba
evidente del cambio de vida que Gabi ha experimentado en los últimos tiempos. “Pago
a alguien para que haga lo que normalmente haría un familiar o amigo cercano”. En
este caso la empresa lo pagaba … pero la frontera que separa a la Gabi persona
de la Gabi empresaria es muy difusa. Ni siquiera ella es capaz de encontrarla y
dibujarla en muchas ocasiones. A veces (cada semana?) se pregunta a sí misma si
tener tanta independencia la hace más libre o más esclava de sus propias
decisiones. A veces este pensamiento pasa de soslayo por su mente … y otras
permanece ahí durante días. Cuando esto último pasa, aparece otra pregunta: “¿Es
realmente necesario encontrar una respuesta?”
Que
paséis un buen domingo.
Etiquetas: gabi
1 comments:
Muy bueno. Ojalá la musa se quede contigo un ratico más. Quizás aquí valga una cita de Proust:
"El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos."
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