Ahora.
Ahora ya sé que tienes casa, que estás a gusto y estás feliz con ella,
porque se te ve. Ahora hablas conmigo como lo hacías cuando yo me derretía por
tus ojos, cuando no sabía nada de tí, cuando pensaba que podría verlos cada
mañana y cada noche, cuando te acaricié la cara al bajarme del coche.
Ahora puedo mirarte a
los ojos sin que mi estómago se deshaga sulfurado. Ahora puedo escucharte sin
reprocharme q nunca fui lo suficientemente buena para tí. Ahora entiendo que la
fuerza del sino es más que el título de una obra de teatro del siglo de
Oro.
Ahora yo soy yo y tú eres tú. Yo tengo mi vida y tú tienes la tuya. Cada
una igual de importante, bonita y prestigiosa; dura, fácil y reconfortante; con
sus secretos y mentiras y cintas de vídeo.
Ahora miro al frente sin titubear.
Feliz Domingo.