jueves, 3 de marzo de 2016

Me da miedo el mar

Me da miedo el mar. Dicen que la masa de agua representa los sentimientos. Un ente libre, que se balancea según el viento y las corrientes internas. Que se rompe cuando choca con sus fronteras.
¿Has estado alguna vez sentado un poco más atrás de la orilla, donde en un ángulo de 180º delante de ti todo es agua? Veo cómo partes del líquido se unen para formar las olas, que se mueven como si fuesen brazos del mar. Así, a lo lejos, se va juntando agua que sobresale un poco del resto, se une tomando fuerza, hasta que alcanza su altura máxima, y se desplaza, cada ola a su velocidad, poco a poco. Hoy he estado cerca de un espigón donde las olas se rompían en uno de sus laterales al rozar con él, y así iban perdiendo fuerza hasta que al llegar a la orilla sólo quedaba un viejo recuerdo de ellas. Y sólo unos metros a un lado, las olas se estrellaban con las piedras artificiales que han puesto para parar la fuerza que vienen arrastrando desde que se engendraron mar adentro.

Esta forma que tienen las olas de crearse, desplazarse y romper, me recuerda mucho a la forma que los sentimientos y emociones más puras tienen de crearse, desarrollarse y explotar en mi cuerpo. Todo comienza con una ondulación que se origina en un lugar muy profundo. Noto que algo sobresale de su posición habitual. Después, esta ondulación va aumentando de intensidad y se va desplazando desde el origen hacia las extremidades, hasta que llega a la garganta, los ojos, las manos o las piernas. Y explota. Y suelta espuma. A veces, cuando dejo que la ola me inunde y me lleve su corriente, estas emociones y sentimientos volvieran de nuevo a la masa que las originó con el mismo sigilo que el agua vuelve al mar después de tocar la orilla.

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