domingo, 13 de marzo de 2016

Miss Caffeina. Salamandra Sala 2.

Todo el que me conoce sabe que en las raíces de mis gustos musicales coexisten Led Zeppelin, Pearl Jam, Nirvana y Soundgarden, entre otros. Sin embargo, tengo también una vertiente poperilla muy potente, y que fácilmente puedo alimentar con el panorama musical español actual.
Es esta vertiente la que ayer me arrastró al primer concierto de la gira Detroit de Miss Caffeina. De los teloneros Betty Belle sólo diré que evidentemente no vivieron los ochenta ni vieron en directo a Eva Nasarre. Una voz muy bonita la de la chica.
[groupie on] Me las apañé para colocarme a pie de escenario, y después de pagar el precio de ver en primera fila a los brevemente citados teloneros, pude disfrutar de una primera plana constante de casi todos los componentes del grupo (al guitarrista Antonio lo tapaba el bajista). [groupie off]. Y me lo pasé pipa. El sonido … a ratos era de malo a muy malo, y en media regular, eso sí, escuché el bajo como nunca, y ahora puedo apreciarlo mucho más en las canciones.
Poder ser parte de vivencias como la de anoche son la diferencia entre que la vida merezca la pena y que sea un mero trámite. Y aunque en teoría la música de Miss Caffeina no debería estar entre mis predilecciones, la verdad es que no he parado de escuchar el disco en loop (intercalando los dos anteriores) desde que me enteré que venían a tocar. Será por sus letras, será por el sonido variopinto, será por el descaro, y puede que también por libertad que transmiten. Detroit es un disco escrito desde la reconstrucción después de la devastación, un momento vital que coincide mucho con el mío actual. Una obra hecha por definición sin límites, donde el Alberto el cantante sale al escenario con unos brillantes zapaos negros de charol, unos calcetines rosa fucsia, unos pantalones de pinzas grises impecablemente planchazos, con el bajo cuidadosamente doblado, un sencillo jersey negro y el pelo teñido de rubio cuasi platino. Pose que contrasta con la de Álvaro, el guitarrista fan de Buenas Noches Rose que orgulloso toca El rescate, con un estribillo reggetoniano de lo más sugerente. Esta mezcla de individualidades llevada con esta naturalidad es una de las características que adoro de este grupo. No hay que dar explicaciones de nada, son como son, hacen lo que hacen y así lo comparten con el mundo.
Tocaron todas las canciones de Detroit, y algunas anteriores, de entre las que destaco Hielo T y Gigantes. Cerraron el concierto, como no podía ser de otra forma, con Mira como vuelo, cuyo video y letra compartí en este mismo sitio hace unos días. Después de vivirla en directo me la creo un poquito más.

Feliz domingo.

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