martes, 14 de septiembre de 2010

El coche.

Aquí, sentada enfrente de un gran árbol, me siento a reflexionar. Después de un paseo reconfortante para mis piernas y regulador de mi mente, me acomodo; y sé que lo que escriba ahora no servirá para evitar mis errores (nunca lo ha hecho), ni para hacerme aprender algo de mí misma, ni para descubrir el remedio contra la ceguera crónica a la par de aguda que padezco. Como mucho podrá servir para calmar mi conciencia, para parar este ritmo frenético de saltos que en una semana ha provocado más vuelcos de los que he podido acumular a duras penas en el último lustro. Servirá para hacer un STOP y mirar a ambos lados de la carretera, incluso el camino que aparece al frente, esperar el momento oportuno, meter primera y salir con la decisión de que no se va a calar el coche, por mucha pendiente que tenga la calle. Podrá servir para todo eso. Ahora, en el futuro cercano. Lo que ni siquiera yo sé es cuándo durará este impulso, cuándo me encontraré con otro cruce peligroso, una incorporación arriesgada o un accidente indeseado. Lo que está claro es que el depósito se irá consumiendo poco a poco, con mayor o menor rapidez pero con decisión, irrevocablemente. Y a menos que para ese momento me haya hecho de un coche solar, me temo que tendré que parar (otra vez) a repostar.

Etiquetas:

1 comments:

Blogger CevO ha dicho ...

Pues eso. A veces hay que parar para seguir avanzando. Que tengas un feliz viaje!

jueves, septiembre 16, 2010 11:03:00 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home