domingo, 15 de mayo de 2016

Addición

Gabi se había hecho adicta al azúcar, y eso que no le gustaba en exceso.
Hacía algunos años, comenzó a tomarlo. Por aburrimiento, por dejadez, por tendencia que ella asumía como natural en el curso de la vida. Ni le gustaba ni le disgustaba …. sólo que no tenía otra cosa que añadir al líquido que ingería en el desayuno, y pensaba que todos lo hacían. Había algunas razones físicas por las cuales era realmente aconsejable tomar azúcar por la mañana: para despejarse, concentrarse y tener energía al ir al trabajo. Sin embargo, también hay miles de otras actividades que tienen el mismo efecto: hacer Tai Chi por la mañana, estiramientos, lavarse la cara con agua fría, un paseo al fresco matutino, … aunque Gabi ni los conocía, ni se los planteó. Se dejó llevar por la solución más fácil, rápida y barata en cuanto a esfuerzo para llenar esa pequeña parte de su vida.
10 años después, Gabi se da cuenta de que se ha equivocado. Que no puede pasar un día sin esa cucharada de azúcar matinal, y no porque se la eche al té, sino porque no puede dejar de pensar en ella. La adicción que está mellando a Gabi es la dependencia cerebral a ese azúcar que (supuestamente) le ayuda a levantarse cada mañana. El pensamiento “necesito tomar algo, de lo contrario no podré caminar” llegaba cada día un ratito. A veces se iba, otras no.
Esta es la adicción de Gabi: un consumo prácticamente diario, inevitable, asimilado como un hábito más, con el que ya ni siquiera siente un poquito de placer. Marcado tan a fuego en sus neuronas y tan fuera de su control, que no le queda más remedio que convivir con él, y esperar desesperanzadamente, que algún día sea la adicción quien la abandone a ella.

Feliz Domingo.

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