martes, 22 de diciembre de 2009

¿No te gusta que llueva?

¿No te gusta que llueva? A mí sí. Me tranquiliza ver caer el agua, desde el inalcanzable cielo hasta el suelo que piso cada día. Supongo que parte de esa tranquilidad me viene de la infancia, de cuando la lluvia era bienvenida por ser sinónimo porvenir, de pan que llevarse a la boca, y su ausencia un auténtico y pesado quebradero de cabeza sin más solución inútil que la esperanza infundada y las noches sin dormir.
Me amansa el agua que cae mansamente, no es la música sino el baño natural lo que amansa realmente las fieras, ¿o acaso no te quedas como nuevo después de una buena ducha? La lluvia, nieve o granizo me cala hasta los huesos arrastrando tras de sí toda la basura acumulada durante el estío. Cuanto más largo y fuerte el chaparrón, más hondo me cala, más limpio deja mi paisaje, más música para mis oídos.
Me gusta ver llover, me gusta verte correr, mientras no hay gente, y yo no estoy … Me gusta ver los ríos de gloria que se forman a la orilla de las aceras en las calles y van a parar a ninguna parte, allí donde no hay calles, donde nadie corre y tú tampoco estás. Allí donde el agua muere para que nazcan los árboles que ves en el horizonte, los árboles hacia los que corres y entre los que sólo quieres perderte una vez sale el sol.

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3 comments:

Blogger AccentLess ha dicho ...

Esta mañana llovia como si no hubiera llovido nunca, y despues de sacar a pasear al perro, me he cagado en el diox de la lluvia, en los cirros y en los estratos... pero la verdad es que despues de leer, como que apeteec volver a sacar al perro.

miércoles, diciembre 23, 2009 11:54:00 a. m.  
Blogger CevO ha dicho ...

Considero que la lluvia es la antípoda del sol. Ella no puede existir sin el, y por lo tanto, no tiene sentido adorar al uno sin respetar al otro. Sin embargo, el castigo de los humanos es que pasamos todo la vida intentando alcanzar ese punto efímero de equilibrio entre el Yin y el Yang, y al final nos perdemos en los extremos.

Buscamos el amor, para luego odiar a la persona que nos lo da, porque no entendemos su forma de querernos.

Buscamos la paz, pero nos aburrimos con ella y empezamos la guerra.

Buscamos la moderación, y la aplicamos con exceso en nuestros afanes que así quedan estancados en buenas intenciones.

Añoramos tanto el pasado, que nos olvidamos de vivir la vida en el presente.

Yo también peco de esto, ya que estoy hasta las narices de la lluvia ya. Será que yo la he visto y sentido demasiadas veces en mi vida. No me amansa, simplemente me empapa, me enfría, me molesta. De acuerdo, la lluvia nutre la vida, pero yo por mi parte quiero ver un rayo de sol. ¡Ya!

Un abrazo.

sábado, diciembre 26, 2009 10:43:00 a. m.  
Blogger Old.Urobros ha dicho ...

Precioso Perla, precioso.

miércoles, diciembre 30, 2009 3:34:00 p. m.  

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