lunes, 24 de septiembre de 2007

Septiembre.

Desde que tengo uso de razón (o capacidad para emitir jucios propios) y le doy valor simbólico a las cosas, me he convencido año tras año de que Septiembre es un mes especial. Si antes dije que adoraba el mes de Agosto simplemente por ser Agosto, a Septiembre siempre tengo que pedirle cosas: que se estire en el tiempo, que dé mucho de sí, que no acabe hasta que yo no haya podido terminar todo lo que quería.

Es como cuando de pequeño estás de vacaciones en el pueblo y le pides a tu madre permiso para irte de excursión al campo con tus amigos (sin ningún mayor), le pides que te compre tal juguete (todos los veranos hay alguna chuminá de moda), o cuando aparecer con el rabo entre las piernas, mirada cabizbaja, rodillas y codos ensangrentados y un chichón en la cabeza porque te has caído en la "guerra de piedras".

Consentimiento, merced, auxilio *.

Dones que un ente creado por mí (Septiembre) me ha concedido como si de un bondadoso ser supremo se tratara.

En esta edición que aún no ha terminado, Septiembre me ha vuelto a escuchar y continúa afianzando su fama de buen hacer, casi como un regalo que hemos de tomar como motor que servirá para hacer funcionar la máquina durante toooooooda la temporada que nos queda por delante.

* Agradecimiento a Paqui, Julia y Teresa. Gabinete de ayuda al redactor.

Etiquetas: ,

1 comments:

Blogger Clark Kent ha dicho ...

Yo nunca le he tenido un especial aprecio a Septiembre. De hecho, lo odio. Es el mes en el que volvía al colegio. Todos los septiembres. Hasta que un día dejé de hacerlo. Pero el resquemor sigue ahí... Me alegro de que a ti te molen.

martes, septiembre 25, 2007 5:16:00 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home